miércoles, 11 de febrero de 2015

.- simplemente irresistible .- 18 y 19

LO SIENTO!!!  SIENTO NO HABER SUBIDO PERO ES QUE EH ESTADO ENFERMA .... ESTOY ENFERMA DE LA VESICULA Y ME HA ESTADO DOLIENDO MUCHO Y POR ENDE NO ME HA PERMITIDO SUBIR ... SOLO POR RATOS ES QUE NO ME DUELE Y ES CUANDO ANDO TRANQUILA ... BUENO YA SABEN 3 O MAS Y AGREGO SINO NO ... ADIOS :))

Capítulo 18

Con el ceño fruncido Tom Kaulitz se inclinó ligeramente hacia adelante en la silla y miró más de cerca la servilleta que rellenaba su copa. Parecía ser un pájaro o una piña. No estaba seguro.
—Oh, esto es encantador —suspiró Jenny Lange, su pareja esa noche. El recorrió con la mirada el brillante cabello rubio y tuvo que admitir que Jenny le había gustado bastante más el día que la había invitado a salir. Era fotógrafa y la había conocido hacía dos semanas cuando fue a fotografiar para una revista de diseño la casa flotante donde vivía. No la conocía demasiado bien. Parecía una mujer agradable, pero incluso antes de llegar a la cena benéfica había descubierto que no se sentía atraído por ella. Ni un poquito. No por culpa de ella, sino de él. Volvió a centrar la atención en la servilleta, la sacó del vaso y se la colocó en el regazo. Últimamente había estado pensando en casarse otra vez. Había hablado con Ernie sobre eso. Tal vez esa cena benéfica había despertado algo que permanecía dormido en él. O tal vez fuera porque acababa de cumplir los treinta y cinco; pero lo cierto era que había estado pensando en buscar esposa y tener hijos. Había pensado en Toby, en su pequeño hijo y había pensado en él más de lo que lo hacía habitualmente.

Tom se inclinó en la silla, echó a un lado la solapa de la chaqueta del traje gris carbón de Hugo Boss y se metió la mano en el bolsillo de los pantalones. Quería ser padre otra vez. Quería oír esa palabra, «papá», refiriéndose a él. Quería enseñar a su hijo a patinar tal como le había enseñado Ernie a él. Como cualquier otro padre del mundo, quería estar despierto en Nochebuena y regalar triciclos, bicicletas y coches de carreras. Quería vestir a su hijo de vampiro, o de pirata, y hacer con él «el truco o trato». Pero cuando miraba a Jenny sabía que ella no iba a ser la madre de sus hijos. Le recordaba a Jodie Foster y siempre había pensado que Jodie se parecía un poco a un lagarto. Y no quería que sus hijos parecieran lagartos.
Un camarero interrumpió sus pensamientos y le preguntó si quería vino. Tom no contestó, luego se inclinó hacia adelante y puso la copa sobre el mantel al revés.
—¿No bebes? —le preguntó Jenny.
—Claro —contestó, y sacando la mano del bolsillo alcanzó el vaso que había traído desde el cóctel.
—Bebo gaseosa con lima.
—¿No bebes alcohol?
—No. Ya no. —Dejó el vaso cuando otro camarero le puso un plato de ensalada delante. Llevaba sin beber cuatro años, y sabía que no bebería nunca más. El alcohol lo había convertido en una mierda y al final había acabado cansándose de todo eso.
La noche que batió a los Philadelphia llevándose por delante a Danny Shanahan fue la noche que tocó fondo. Algunos pensaban que Danny, «el Sucio», había obtenido lo que se merecía. Pero Tom no. Cuando miró al hombre tendido en el hielo, supo que había perdido el control. Le había destrozado las espinillas y le había codeado las costillas más veces de las que recordaba. Había sido una masacre. Pero esa noche se había roto algo en su interior. Antes de que se hubiera percatado de lo que estaba haciendo, había tirado los guantes y se había liado a puñetazos con Shanahan. Danny había recibido una contusión y un viaje a la enfermería. Tom había sido expulsado y suspendido por seis partidos. A la mañana siguiente se había despertado en la cama de un hotel con una botella vacía de Jack Daniels y con dos mujeres desnudas. Cuando había mirado el techo, asqueado de sí mismo y tratando de recordar la noche anterior, supo que tenía que detenerse.

Desde entonces no bebía. Y nunca había querido volver a hacerlo. Ahora, cuando se acostaba con una mujer recordaba su nombre al despertarse por la mañana. De hecho, sabía casi todo sobre ella antes de llevarla a la cama. Sí, ahora tenía cuidado. Tenía suerte de estar vivo y lo sabía.
—¿No está precioso el salón? —preguntó Jenny.
Tom recorrió la mesa con la mirada, luego el estrado que tenían delante. Todas esas flores y velas eran demasiado recargadas y olorosas para su gusto.
—Claro. Queda muy bien —dijo, comiéndose la ensalada. Al terminar, le retiraron el plato y le colocaron otro delante. Había asistido a un montón de banquetes benéficos a lo largo de su vida. También había comido un montón de comida mala en ellos. Pero esta noche la comida era buena; escasa, pero buena. Mucho mejor que el año anterior. En aquella ocasión habían servido un pollo relleno con piñones secos tan duro como los discos de hockey. Pero claro, allí no se iba por la comida. Se iba para soltar dinero. Mucho dinero. Muy poca gente estaba al corriente de la filantropía de Tom y quería que siguiera siendo así. Hacía eso por su hijo y era parte de su vida privada.
—¿Qué opinas de que los Avalanche ganen la Copa Stanley? —le preguntó Jenny cuando ya iban por el postre.
Tom creía que preguntaba para darle conversación. Ella no quería saber lo que él pensaba en realidad, así que se tragó su opinión y fue diplomático.
—Tienen un buen portero. Siempre se puede contar con Roy para desempatar los partidos y salvar el culo. —Se encogió de hombros—. Tienen a algunos buenos defensas, pero Claude Lemieux es un niñato cobarde y marica —alcanzó la cuchara de postre y la miró—; es probable que lleguen a la final en la próxima liga —y él los estaría esperando porque Tom esperaba estar allí luchando también por la Copa.

Comenzó a recorrer el salón con la mirada, buscando a la presidenta de la Fundación Harrison. Normalmente Ruth Harrison subía primero al estrado y luego recorría las mesas. La divisó a dos mesas de distancia hablando con una mujer. La mujer, que le daba la espalda a Tom, destacaba entre los vestidos de seda que tenía alrededor. Llevaba puesto un esmoquin y rezumaba elegancia, más que la propia presidenta. Tenía el pelo peinado hacia atrás sujeto en la nuca con un lazo negro. Desde el recogido, suaves rizos oscuros caían sobre sus hombros. Era alta, y cuando se mostró de perfil, Tom se atragantó con el sorbete.

Capítulo 19


—Jesús —dijo casi sin voz.
—¿Estás bien? —preguntó Jenny, colocándole la mano con preocupación en el hombro.
No podía contestar. Sólo podía mirarla fijamente, sintiendo como si le hubieran golpeado la frente con un stick. Cuando la había dejado en el Sea-Tac hacía siete años, no había pensado que se volverían a encontrar. Recordó la última vez que la había visto: una muñequita voluptuosa con un pequeño vestido rosa. Recordaba bastante más de ella, y lo que recordó le hizo esbozar una sonrisa. Por razones que no podía recordar en ese momento no había estado borracho la noche que había pasado con ella. Pero creía que no tenía importancia si había bebido o no porque, borracho o sobrio, __________ Howard no era el tipo de mujer que un hombre pudiera olvidar.
—¿Qué ocurre, Tom?
—Ahh... nada. —Miró a Jenny, luego volvió la mirada a la mujer que le había causado tantas molestias al fugarse de su propia boda. Tras ese desafortunado día, Virgil Duffy había desaparecido del país durante ocho meses. El verano siguiente, los entrenamientos de los Chinooks habían estado llenos de especulaciones. Algunos jugadores pensaban que la novia de Virgil había sido secuestrada, otros tenían varios tipos de hipótesis sobre su escapada. Y también estaba Hugh Miner que creía que en vez de casarse con Virgil ella se había suicidado en el cuarto de baño y que Virgil lo había ocultado. Sólo Tom sabía la verdad, pero había sido el único de los Chinooks que no había hablado.

—¿Tom?
Ella estaba allí, en medio del salón, tan bella como la recordaba. Tal vez más. Quizá fuera el esmoquin que parecía resaltar las curvas de su cuerpo en vez de ocultarlas. O tal vez era la luz que iluminaba su pelo oscuro, o el definido perfil de esos labios carnosos. No sabía si era sólo una de esas cosas o todas a la vez, pero descubrió que cuanto más la miraba, más profunda era su curiosidad. Se preguntó qué estaría haciendo en Seattle. ¿Qué habría sido de su vida? ¿Habría encontrado a algún ricachón con el que casarse?
—¿Tom?
Devolvió la atención a su pareja de esa noche.
—¿Pasa algo? —preguntó ella.
—No. Nada. —Volvió a mirar a __________ otra vez y la observó colocar un bolso negro sobre la mesa. Extendió la mano para estrechársela a Ruth Harrison. Luego sonrió, agarró el bolso y dando media vuelta, se marchó.
—Discúlpame, Jenny —dijo, poniéndose en pie—. Vuelvo enseguida.
Siguió a __________ mientras ella se abría paso con dificultad entre las mesas sin perderla de vista.
—Perdón —dijo, abriéndose paso a empujones entre dos ancianos.
La alcanzó cuando estaba a punto de abrir una puerta lateral.
—__________ —dijo cuando la mano de __________ alcanzaba el pomo de latón.

Ella se detuvo, lo miró por encima del hombro y luego se lo quedó mirando durante cinco largos segundos antes de abrir la boca lentamente.
—Creo que nos conocemos —dijo él.
Ella cerró la boca. Sus ojos verdes parecían enormes como si la hubieran sorprendido cometiendo un delito.
—¿No me recuerdas?
Ella no contestó. Sólo siguió mirándolo.
—Soy Tom Kaulitz. Nos conocimos el día que huiste de tu boda —le explicó, aunque se preguntaba cómo podría olvidarse de ese desastre en particular—. Te recogí y nosotros...
—Sí —lo interrumpió ella—. Te recuerdo. —Después no dijo nada más, y Tom se preguntó si su memoria lo estaría engañando porque según recordaba era una charlatana incorregible.
—Oh, bien —dijo para cubrir el embarazoso silencio que se extendió entre ellos—. ¿Qué haces en Seattle?
—Trabajo. —Ella respiró profundamente, lo que elevó sus senos, luego dijo a toda prisa al tiempo que expulsaba el aire—. Bueno, tengo que irme —y se giró tan rápidamente que chocó contra la puerta cerrada. 

La madera traqueteó ruidosamente y el bolso se le cayó de la mano, esparciéndose parte del contenido por el suelo—. Es que nada me sale bien... —dijo ella entre dientes con el arrastrado acento sureño que Tom recordaba tan bien, agachándose para recuperar las cosas.
Tom se acuclilló y recogió un lápiz de labios y una pluma. Se los tendió con la mano abierta.
—Aquí tienes.
__________ levantó la vista y sus ojos se perdieron en los de él. Estuvieron así varios segundos, luego cogió el lápiz de labios y la pluma. Sus dedos rozaron la palma de su mano.
—Gracias —susurró, y apartó súbitamente la mano como si se hubiera quemado. Luego se levantó y abrió la puerta.
—Espera un momento —le dijo él, recogiendo del suelo una chequera que no habían visto. En el tiempo que le llevó recogerla y levantarse, ella se había esfumado. La puerta se cerró de golpe haciendo que Tom se sintiera idiota perdido. Ella se había comportado como si le tuviera miedo. Y la verdad era que aunque no recordaba todos los detalles de la noche que habían pasado juntos, sí se acordaría de haberle hecho daño. Antes de admitir siquiera la posibilidad, la descartó por absurda. Ni siquiera borracho como una cuba habría lastimado a una mujer.

Perplejo, se dio la vuelta y caminó lentamente hacia la mesa. No podía creer que ella hubiera huido de él. Los recuerdos que tenía de __________ no eran en absoluto desagradables. Habían compartido una noche de sexo salvaje, luego le había comprado un billete de avión para que se fuera a casa. Bueno, sabía que había herido sus sentimientos, pero en aquel momento de su vida fue lo mejor que pudo haber hecho.
Tom miró la chequera que tenía en la mano y la abrió. Se sorprendió de que sus cheques estuvieran pintados con ceras de niños. Dirigió la mirada a la esquina superior izquierda y todavía se sorprendió más al ver que su apellido no había cambiado: seguía siendo __________ Howard y vivía en Bellevue.
Las preguntas se le agolparon en la cabeza, pero no tenía respuesta para ninguna de ellas. Sin importar cuál fuera la razón estaba claro que no quería verlo. Se metió la chequera en el bolsillo de la chaqueta. Se la mandaría el lunes por correo.

5 comentarios:

  1. Ay que emoción!! Siguelaa.

    Virgii cuídateee!! Animos :)

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  2. Oo eso de la vesicula es tan horrible , espero que te recuperes prontoo . Y me encanto el cap o mas bien los dos cap jajaja estan buenisimos ,ya quiero que esten juntos u.u sube pronto si puedes , bye cuidate muchoooo

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  3. :O Guaooo que emoción se volvieron a ver, y (Tn) huyo de el, y Tom tan curioso que se acerco a ella para saludarla y ella huye :S y ahora que pasara?? espero que te mejores virgi de verdad.. me encanto espero los próximos caps!!!

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