lunes, 16 de febrero de 2015

.- simplemente irresistible .- 20 y 21

YA SE DIO CUENTA DE QUE ES SU HIJA!!!! :O :O ... BUENO AQUI ESTAN LOS DOS CAPITULOS DEL DIA ... ESPERO Y LES GUSTE ... YA SABEN 3 O MAS Y AGREGO SINO NO ... ADIOS :))

Capítulo 20
__________ subió apurada la acera flanqueada por prímulas coloridas y pensamientos púrpuras. Cerró la mano en el picaporte de la puerta mientras introducía la llave en la cerradura. La caótica mezcla de hortensias que había plantado delante de la casa se desparramaba por el césped. Aún se sentía atemorizada y demasiado tensa. Sabía que el miedo no desaparecería hasta estar a salvo en casa.
—Lexie —gritó al abrir la puerta. Miró hacia la izquierda y su corazón se calmó un poco. Su hija de seis años estaba sentada en el sofá rodeada por cuatro perros dálmatas de peluche. En la televisión Cruella De Vil se reía malvadamente y sus ojos rojos resplandecían mientras conducía el coche por un paisaje nevado. Sentada junto a los peluches, Rhonda, la hija de sus vecinos que hacía de canguro, miró a __________. El piercing de su nariz atrapó un destello de luz y el pelo rojo le brilló como vino tinto. Rhonda parecía rara, pero era una chica agradable y una canguro maravillosa.
—¿Cómo fue todo esta noche? —preguntó Rhonda, levantándose.
—Genial —mintió __________ mientras abría el bolso y cogía la cartera.
—¿Qué tal con Lexie?
—Se portó muy bien. Jugamos un rato con las Barbies y luego se comió los macarrones con queso y las salchichas que dejaste preparados.
__________ le dio a Rhonda quince dólares.
—Gracias por venir esta noche.
—Cuando quieras. Lexie es una niña bastante tranquila. —Levantó la mano para despedirse—. Nos vemos.
—Adiós, Rhonda. —__________ sonrió al apartarse para dejar salir a la canguro. Luego se sentó en el sofá de color melocotón con flores verdes al lado de su hija. Respiró profundamente y dejó salir el aire con lentitud.
«El no lo sabe —se dijo a sí misma—. Y aunque lo supiera, lo más probable es que no le importe nada».
—Oye, cariño —dijo palmeando a Lexie en el muslo—. Ya estoy en casa.
—Lo sé. Me gusta esta parte —la informó Lexie sin apartar los ojos de la tele—. Es mi parte favorita. Me gusta Roily, es el mejor. Es el gordito.

__________ le colocó a Lexie varios mechones del pelo detrás de la oreja. Quería coger en volandas a su hija y abrazarla con fuerza; en lugar de hacer eso le dijo:
—Si me das un besito, te dejaré en paz.
Lexie se giró automáticamente, levantó la cara y frunció los labios pintados de un color rojo oscuro. __________ la besó, luego sujetó la barbilla de Lexie con la mano.
—¿Has cogido mi barra de labios otra vez?
—No, mami, ésta es mía.
—Tú no tienes ninguna tan roja.
—Ajá. Teno una.
—¿De dónde la sacaste? —__________ miró fijamente la sombra púrpura oscura que Lexie se había aplicado generosamente en los párpados. Brillantes rosetones le coloreaban las mejillas, y estaba literalmente bañada en el perfume de Campanilla.
—La encontré.
—No me mientas. Sabes que no me gusta que lo hagas.
El labio inferior de Lexie tembló ligeramente.
—Me olvido de esas cosas —gimió dramáticamente—. ¡Creo que necesito una medicina para la memoria!
__________ se mordió el interior de la mejilla para no reírse. Como Mae decía con afecto, Lexie era una cuentista nata. Y por lo que decía Mae, ella conocía muy bien a los cuentistas. Su hermano, Ray, también lo había sido.
—Esas medicinas son inyecciones —le advirtió __________.
El labio de Lexie dejó de temblar y agrandó los ojos.
—Quizá te acuerdes de no coger mis cosas sin tomar medicinas.
—De acuerdo —convino con demasiada facilidad.
—Porque si no lo haces, consideraré que has roto nuestro trato —advirtió __________, en referencia al acuerdo al que habían llegado hacía unos meses. Los fines de semana, Lexie podía vestirse como quisiera y llevar puesto tanto maquillaje como su pequeño corazón deseara. Pero durante la semana tenía que llevar la cara limpia y vestirse con la ropa que su madre escogiera. Hasta ese momento el trato había funcionado.

Lexie se volvía loca con los cosméticos. Le encantaban y pensaba que cuanto más, mejor. Los vecinos se la quedaban mirando cuando montaba la bicicleta por la acera, especialmente si llevaba puesta la boa verde limón que Mae le había regalado. Llevarla al supermercado o al jardín la solía avergonzar, pero sólo tenía que soportarlo los fines de semana. Y era más fácil vivir con el trato que habían hecho que con las luchas que tenían cada mañana para que Lexie se vistiera.
La amenaza de no dejarla usar más maquillaje obtuvo la atención de Lexie.
—Te lo prometo, mami.
—De acuerdo, pero sólo porque estoy loca por ti —dijo __________, luego la besó en la frente.
—Yo también estoy loca por ti —repitió Lexie.
__________ se levantó del sofá.
—Estaré en mi dormitorio si me necesitas. —Lexie asintió con la cabeza y volvió a centrar la atención en los perros dálmatas de la tele.

__________ recorrió el pasillo, pasó por dejante de un baño pequeño y luego entró en su dormitorio. Se quitó la chaqueta del esmoquin y la dejó caer en una chaise longe de rayas rosas y blancas.
Tom no sabía nada de Lexie. No podía saberlo. __________ había reaccionado exageradamente y lo más probable era que él hubiera pensado que era una lunática. Pero verle otra vez había sido todo un shock. Siempre había intentado evitar a Tom por todos los medios. No se movía en el mismo círculo social y nunca había asistido a un partido de los Chinooks, lo cual no era un sacrificio porque encontraba el hockey espantosamente violento. Por temor a toparse con él, Catering Heron nunca proveía a acontecimientos deportivos, lo cual no molestaba a Mae porque odiaba a los deportistas. Pero ni en un millón de años hubiera pensado que podría encontrárselo en una cena benéfica para hospitales.
__________ se dejó caer sobre la colcha de flores que cubría su cama. No le gustaba pensar en Tom, pero olvidarse de él completamente era imposible. A veces iba por el supermercado y veía su apuesta cara mirándola desde la portada de una revista deportiva. Seattle estaba loco por los Chinooks y por Tom «Muro» Kaulitz. Durante la temporada de hockey podía verlo en los telediarios nocturnos empujando a otros hombres contra las barreras. Lo veía en los anuncios de televisión locales y había visto su cara en una valla publicitaria anunciando leche; eso había sido una gran sorpresa. Algunas veces el olor de cierta colonia, o el sonido de las olas le recordaban a cierta playa arenosa donde se había perdido en sus ojos marrones. Los recuerdos ya no le dolían como lo hacían antes. Ni tampoco el corazón. Pero aun así tuvo que hacer un esfuerzo para apartar las imágenes que invadían su mente. Tenía que olvidarse de ese hombre. No le gustaba recordarlo.
Siempre había pensado que Seattle era lo suficientemente grande para los dos. Que si hacía todo lo posible por evitarle, nunca se lo encontraría. Pero si bien no había creído que ocurriría, había una parte de ella que siempre se había preguntado qué diría él si la viese de nuevo. Por supuesto, había sabido lo que ella diría. Siempre se había imaginado actuando con indiferencia. Luego le diría tan fría como una mañana de diciembre: «¿Tom? ¿Tom qué? Lo siento, no te recuerdo. No es nada personal».
Pero no había ocurrido así. Había oído a alguien llamarla con el nombre que no había usado en siete años, el nombre que no asociaba a la mujer que era ahora, y había mirado al hombre que lo había usado. Durante unos instantes su cerebro no había procesado lo que sus ojos habían visto. Luego fue como recibir una jarra de agua fría. Había aflorado el instinto de protección y había huido literalmente.
No, sin antes haber mirado esos ojos marrones y tocado accidentalmente su mano. Había sentido la cálida textura de la palma bajo los dedos, había visto la sonrisa curiosa de sus labios y había recordado la caricia de esa boca amoldándose a la suya. Estaba tal y como lo recordaba, pero parecía mayor y la edad le había grabado multitud de líneas en las comisuras de los ojos. Era todavía muy apuesto y durante unos breves segundos había olvidado que lo odiaba.

__________ se levantó y se acercó al tocador atravesando la habitación. Se llevó la mano a la camisa del esmoquin y la desabrochó. La gente a menudo comentaba que Lexie se parecía a __________, pero Lexie, con el pelo oscuro y los ojos marrones, se parecía a su padre. Tenía el mismo tono marrón en los ojos y las mismas pestañas largas y gruesas. Su nariz tenía la misma forma y cuando sonreía aparecía un hoyuelo en su mejilla derecha, idéntico al de Tom.

Se sacó la camisa de los pantalones y se desabrochó los puños. Lexie era lo más importante de la vida de __________. Era su corazón y el simple pensamiento de perderla era insoportable. __________ estaba asustada. Más de lo que lo había estado en mucho tiempo. Ahora que Tom sabía que vivía en Seattle podría encontrar a Lexie. Todo lo que tenía que hacer era preguntar en la Fundación Harrison y daría con __________.

«Pero, ¿por qué querría buscarme Tom?», se preguntó. Se había deshecho de ella en el aeropuerto siete años atrás cuando era dolorosamente evidente lo que __________ sentía por él. E incluso si él se enteraba de la existencia de su hija, lo más probable era que no quisiera saber nada de ella. Era una estrella del hockey. ¿Para qué querría una hijita?
Sólo estaba siendo paranoica.


Capítulo 21
A la mañana siguiente Lexie se terminó sus cereales y puso la taza en el fregadero. Desde la parte trasera de la casa podía oír a su mamá abrir el grifo y supo que tendría que esperar un buen rato antes de que saliesen al parque. A su mamá le encantaba tomar largas duchas.
Sonó el timbre de la puerta y atravesó el salón arrastrando la boa por el suelo. Se acercó al ventanal delantero y apartó a un lado la cortina. Un hombre en vaqueros y con una camisa de rayas estaba de pie en el porche. Lexie clavó los ojos en él por un momento, luego dejó caer la cortina. Se enredó la boa alrededor de su cuello y atravesó la habitación hacia la puerta principal. Se suponía que no debía abrir la puerta a los desconocidos, pero aunque el hombre que estaba en el porche llevaba puestas gafas de sol no era un desconocido. Sabía quién era. Lo había visto en la tele y, el año anterior, el señor «Muro» y sus amigos habían ido a la escuela para regalar a los niños camisetas, libretas y otras cosas con sus nombres. Lexie había estado muy atrás y no había podido quedarse con nada.

«Probablemente haya venido a traerme algo ahora», pensó mientras abría la puerta. Luego miró hacia arriba, muy arriba.
Tom se quitó las gafas de sol y las metió en el bolsillo de la camisa. La puerta estaba abierta y miró hacia abajo, muy abajo. Le sorprendió encontrar a una niña en casa de __________ casi tanto como la pinta de la niña, y se quedó mirando fijamente unas botas vaqueras de color rosa de piel de serpiente, una minifalda rosa, una camiseta de puntos púrpura y una descabellada boa verde alrededor de su cuello. Pero esa ropa tan chillona no era nada comparado con su cara.
—Ah, hola —le dijo, mirando asombrado la sombra de ojos azul, las brillantes mejillas rosadas y los labios rojos y brillantes—. Estoy buscando a __________ Howard.
—Mi mamá está en la ducha, pero puede pasar. —Ella se giró y caminó hacia el salón. La coleta de la parte posterior de la cabeza se balanceó al ritmo de las botas.
—¿Estás segura? —Tom no sabía mucho de niños y menos de niñas, pero sabía que se suponía que no invitaban a los extraños a entrar en casa—. A __________ podría no gustarle que me dejes entrar —dijo él, pero entonces, se dio cuenta de que a ella probablemente no le gustaría encontrarlo en su casa estuviera en la ducha o no.
La niñita lo miró por encima del hombro.
—No le importará. Voy a por mis cosas —dijo y desapareció por una esquina, probablemente para coger «sus cosas». Fueran lo que fuesen.

Tom se metió la chequera de __________ en el bolsillo de atrás y entró en la casa. La chequera era una excusa. Era la curiosidad lo que lo había llevado hasta allí. Después de que __________ se fuera de la cena la noche anterior no había podido dejar de pensar en ella. Cerró la puerta y se dirigió a la sala, sintiéndose enseguida fuera de su elemento como cuando había comprado ropa interior para una antigua novia en Victoria’s Secret.
La casa estaba decorada en tonos pastel, los que más temía un hombre heterosexual. El sofá floreado tenía cojines que hacían juego con las cortinas. Había floreros de margaritas y rosas, y cestos de flores secas. También había algunas fotos en marcos de plata. Le gustó ese ambiente y se preguntó si debería empezar a preocuparse por algo.

—Teno algunas cosas buenas —dijo la niñita empujando un anaranjado carrito de compras de plástico en el salón. Se sentó en el sofá y luego palmeó el cojín de su lado.
Sintiéndose aún más fuera de lugar, se sentó junto a la niña de __________. Escrutó su cara y trató de adivinar su edad, pero no era bueno adivinando la edad de los niños. Y el maquillaje que llevaba puesto no ayudaba en absoluto.
—Aquí —dijo ella, cogiendo una camiseta con un perro dálmata en el frente del cesto de la compra y ofreciéndosela a él.
—¿Para qué es esto?
—Tene que firmarla.
—¿Con qué lo hago? —le preguntó, sintiéndose enorme al lado de la niñita.
Ella ladeó la cabeza y le dio un rotulador verde.
Tom no quería firmar la camiseta de la niña.
—Tu mamá podría enfadarse.
—Noooo. Ésa es una de mis camisetas de los sábados.
—¿Estás segura?
—Sí.
—De acuerdo. —Él se encogió de hombros y le quitó el capuchón al rotulador—. ¿Cómo te llamas?
La niña arqueó las cejas que coronaban unos ojos muy Marrones y lo miró como si fuera las sobras de un picnic.
—Lexie —y volvió a pronunciarlo por si acaso no lo había entendido bien la primera vez—. Leexxiiiie. Lexie Mae Howard.

«¿Howard?». __________ no se había casado con el padre de la niña. Se preguntó con qué clase de hombre se habría liado. ¿Qué clase de hombre abandonaba a su hija? Cogió la camiseta como si pensara escribir en ella.
—¿Por qué quieres que te estropee la camiseta, Lexie Mae Howard?
—Porque los demás niños cogieron las cosas que usted escribió y yo no cogí ninguna.
No estaba seguro de lo que quería decir, pero pensó que sería mejor preguntarle a __________ antes de firmar la camiseta de su hija.
—Brett Thomas tene montones de cosas. Me las enseñó en el colegio el año pasado. —Suspiró teatralmente y encogió los hombros—. También tene un gato. ¿Usted tene gato?
—Ahh... no. No tengo gato.
—Mae tene un gato —le confió como si él conociera a Mae—. Su nombre es Bootsie, porque tene las patitas blancas como si teniera botas. Se esconde de mí cuando voy a casa de Mae. Creía que no le gustaba, pero Mae dice que se escapa porque es tímido. —Cogió el extremo de la boa, la sostuvo en alto para que él la viera y luego la sacudió—. Sin embargo, con esto sí que lo atrapo. Lo intenta cazar y entonces lo agarro y lo aprieto mucho, muchísimo.

Si Tom no hubiera sabido antes que esa niña era la hija de __________, lo habría sabido nada más oírla hablar. Le contó con rapidez lo mucho que quería un gato. Luego le habló de los perros y después de picaduras de mosquitos. Mientras ella hablaba, Tom la estudió. Pensaba que debía parecerse a su padre porque no veía que se pareciera a __________. Tal vez un poco en la boca, pero poco más.
—Lexie —la interrumpió, ocurriéndosele que podía estar hablando con la hija de Virgil Duffy. Nunca hubiera creído que Virgil era el tipo de hombre que abandonaba a su hijo. No obstante, Virgil podía ser un autentico cabrón—. ¿Cuántos años tienes?
—Seis. Mi cumpleaños fue hace algunos meses. Vinieron mis amigos y comimos pastel. Amy me regaló la peli Babe, el cerdito valiente y luego la vimos. Lloré a mares cuando Babe fue separado de su mami. Fue algo muy triste y me sentó fatal. Pero mi mamá me dijo que él sólo se fue de visita el fin de semana, así que me sentí mejor. Quiero un cerdito, pero mi mamá dice que no puedo tenerlo. Me gusta esa parte cuando Babe muerde a las ovejas —dijo, comenzando a reírse.

«Seis años», él había visto a __________ hacía siete años. Lexie no podía ser hija de Virgil. Luego se dio cuenta de que había olvidado los nueve meses de embarazo, por lo que si Lexie había cumplido años hacía algunos meses puede que fuera hija de Virgil. Pero no se parecía en nada a Virgil. La miró con más atención. En ese momento ella dejó de reírse, pero una sonrisa iluminaba su cara, apareciendo un hoyuelo en su mejilla derecha.
—Estoy loca por ese cerdito —sacudió la cabeza y comenzó a reír tontamente otra vez.

En otra parte de la casa, __________ cerró el agua y a Tom dejó de latirle el corazón. Tragó saliva.
—¡Mierda! —susurró.
La risa de Lexie se detuvo escandalizada.
—Ésa es una palabra fea.
—Lo siento —masculló él, observándola atentamente bajo el maquillaje. Sus largas pestañas se rizaban en los extremos. Cuando era niño, se habían burlado sin piedad de Tom por tener unas pestañas como ésas. Luego miró fijamente los ojos Marrones. Unos ojos como los suyos. Una corriente eléctrica lo atravesó y sintió como si hubiera metido los dedos en un enchufe. Ya sabía por qué __________ se había comportado de manera tan extraña la noche anterior. Había tenido un hijo suyo. Una niñita.
«Su hija».
—Mierda.

6 comentarios:

  1. Muero de amor con este capítulo*-*
    Sigueeeee

    ResponderBorrar
  2. Aewwwwwww!!! Dios al fin. Moría por este capituloo. Ahora cuando salga (tn) eso será epico..

    Virgiii sube mañana porfaaaaSUBE!!

    ResponderBorrar
  3. Omg *.* tom se dio cuenta :o
    Sube pronto *.*

    ResponderBorrar
  4. Oooo dios. Tanto esperar el cap al finn , me encantaaaa , uii y ya se entero que es su hijitaaaa , la que se va a armar cuando (tn) salga de la ducha jajajaja , sube prontooo please bye cuidate muchooooooooo

    ResponderBorrar
  5. Por favor subeee..!! Mira ya hay cinco comentarios..!!

    ResponderBorrar
  6. :O:O ya se dio cuenta de que es su hijaaaa :O yeees se me cumplió el deseo jejeje, y Tom quedo muy sorprendido, y ahora cuando salga (Tn) que pasara??? sube los próximos caps virgiii please me dejaste muy intrigadaaaa...

    ResponderBorrar