domingo, 1 de marzo de 2015

.- simplemente irresistible .- 30 y 31


Capítulo 30
De nuevo __________ observó lo fuera de lugar que se le veía en su ambiente. No encajaba. Era demasiado grande, demasiado masculino y demasiado guapo.
—¿Tienes pensado casarte? —bromeó con él mientras se sentaba.
Él echó un vistazo alrededor, luego depositó la chaqueta en el respaldo de una silla.
—¡Demonios no! Esto no es mío. —Apartó la silla del escritorio y se sentó—. Vengo de Pioneer Square donde me estaban haciendo una entrevista —le explicó con aire despreocupado, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón.
Pioneer Square estaba más o menos a dos kilómetros del negocio de __________. No se encontraban precisamente en el mismo barrio.
—Bonito traje. ¿De quién es?
—No lo sé. La revista lo ha alquilado.
—¿Qué revista?
—GQ. Querían un par de fotos delante de la cascada —le contestó con tanta despreocupación que __________ se preguntó si no se estaría haciendo el indiferente—. Necesitaba un rato de descanso así que me largué. ¿Tienes unos minutos?
—Unos cuantos —contestó, mirando el reloj del escritorio—. Pero tengo un catering a las tres.
Él ladeó la cabeza.
—¿Cuántos caterings servís en una semana?
«¿Por qué estaría preguntando?».
—Depende de la semana —contestó, evadiendo la pregunta con toda intención—. ¿Por qué?
Tom recorrió la oficina con la mirada.
—Parece que te va muy bien.
No se fió de él ni por un segundo. Quería algo.
—¿Te sorprende?
Él volvió a mirarla.
—No lo sé. Supongo que nunca creí que llegarías a ser una mujer de negocios. Siempre pensé que habrías vuelto a Texas y te habrías casado con algún Hombre rico.
Esa suposición tan poco halagadora la irritó, pero no podía negar que estaba justificada.
—Como ves, no ha sido eso lo que pasó. Me quedé aquí y nos las arreglamos para sacar a flote este negocio —luego, como no podía dejar de jactarse un poco, añadió—: Lo hacemos muy bien.
—Eso ya se ve.
__________ miró suspicazmente al hombre que tenía delante. Se parecía a Tom. Tenía la misma sonrisa, la misma cicatriz en la ceja, pero no actuaba como él. Se estaba comportando de una manera..., bueno, casi agradable. ¿Dónde estaba el hombre que fruncía el ceño y que parecía vivir única y exclusivamente para discutir con ella?
—¿Has venido para eso? ¿Para hablar de mi negocio?
—No. Quería preguntarte algo.
—¿Qué?
—¿Tienes vacaciones en algún momento?
—Claro —contestó, sospechando a donde llevaban sus preguntas. ¿Pensaba que nunca llevaba a Lexie de vacaciones? El último verano habían ido a Texas para visitar a la tía Lolly—. Julio es, por lo general, un mal mes para los caterings. Así que Mae y yo cerramos unas semanas.
—¿Cuántas semanas?
—Dos a mitad de mes.
Él ladeó la cabeza y la miró a los ojos.
—Quiero que Lexie venga conmigo a Cannon Beach unos días.
—¿Cannon Beach? ¿En Oregón?
—Sí. Tengo allí una casa.
—No —contestó de inmediato—. No puede ir.
—¿Por qué no?
—Porque no te conoce lo suficientemente bien para hacer un viaje contigo.
Él frunció el ceño.
—Está claro que tú vendrías con ella.
__________ se quedó atónita. Plantó las manos encima del escritorio y se inclinó hacia adelante.
—¿Quieres que yo vaya a tu casa? ¿Contigo?
—Por supuesto.
Era algo imposible.
—¿Te has vuelto loco?
Él se encogió de hombros.
—Es lo más probable.
—Tengo que trabajar.
—Dijiste que tienes dos semanas de vacaciones el próximo mes.
—Ya.
—Entonces di que sí.
—De ninguna manera.
—¿Por qué?
—¿Que por qué? —repitió, asombraba de que le pidiera que fuera con él a otra casa junto a la playa—. Tom, no te gusto.
—Nunca he dicho que no me gustases.
—No hace falta que lo digas. Sólo con que me mires ya me doy cuenta.
Tom arqueó las cejas.
—¿Cómo te miro?
Ella se volvió a sentar.
—Te enfurruñas y me miras frunciendo el ceño como si hubiera hecho algo malo como rascarme en público.
Él sonrió.
—¿Sí? ¿Tan malo?
—Sí.
—¿Y si prometo que no te miraré con el ceño fruncido?
—No creo que puedas mantener esa promesa. Eres demasiado temperamental.
Él sacó una mano del bolsillo y la posó sobre los pliegues de su camisa.
—Soy muy tranquilo.
__________ puso los ojos en blanco.
—Y Elvis está vivo y cría visones en alguna parte de Nebraska.
Tom se rió entre dientes.
—De acuerdo, soy bastante temperamental, pero debes admitir que esta situación es algo inusual.
—Eso es cierto —concedió, aunque dudaba que alguna vez lo confundieran con un tío tranquilo y agradable.

Tom apoyó los codos en las rodillas y se inclinó hacia adelante. Las puntas de la corbata le rozaron los muslos y los tirantes se tensaron sobre su pecho.
—Es muy importante para mí, __________. No tengo demasiado tiempo antes de tener que empezar a entrenar de nuevo y necesito estar con Lexie en alguna parte donde la gente no me reconozca.
—¿La gente no te reconocerá en Oregón?
—Probablemente no, y, si lo hacen, en Oregón nadie prestará atención a un jugador de hockey de Washington. Quiero poder concentrarme en Lexie sin que nos interrumpan. Aquí no puedo hacerlo. Has salido con nosotros. Has visto lo que pasa.
No se estaba jactando, sólo señalaba un hecho.
—Supongo que debe de ser incómodo que te pidan autógrafos todo el rato.
Él se encogió de hombros.
—Normalmente no me importa. A no ser que esté en el urinario con las dos manos ocupadas.
«Las dos». ¡Menudo ego! Intentó no reírse.
—A las groupies les debes gustar en serio si te siguen al servicio.
—No me conocen. Les gusta lo que creen que soy. Sólo soy una persona estupenda que juega a hockey para ganarse la vida en lugar de conducir una excavadora. —Una humilde sonrisa apareció en su boca—. Si me conocieran de verdad, lo más seguro es que no les gustara más que a ti.

«Nunca he dicho que no me gustaras». La frase flotó entre ellos, tácita, a la espera de que __________ tuviera tacto y la repitiera. Podría decirla con facilidad. La habían educado para decir frases corteses. Pero cuando miraba a esos ojos marrones no estaba segura de que fuera una mentira. Mientras estaba allí sentado representando la fantasía de cualquier mujer, hechizándola con sus sonrisas, no estaba segura de que realmente le desagradara de verdad. De alguna manera, había subido de menos treinta a menos diez en unos minutos.
Algo imposible una hora antes.
—Me gustas más que cortarme con papel —admitió levantando el dedo índice—. Pero menos que tener el pelo hecho un desastre.
Él la miró durante un rato.
—Entonces... ¿estoy en algún lado entre un corte con papel y el pelo hecho un desastre?
—Eso es.
—Podría ser peor.
__________ no sabía qué decirle cuando era tan agradable. La salvó el timbre del teléfono.
—Perdona un momento —le dijo descolgando el aparato—. Catering Heron, soy __________. —La voz masculina al otro extremo no malgastó tiempo en decirle exactamente qué quería—. No —respondió ella a la pregunta—, no hacemos pasteles con formas de pechos desnudos.
Tom se rió entre dientes y se levantó. Observó la habitación, después se acercó a la librería junto a la ventana. El sol destelló en el gemelo de oro del puño de la camisa cuando cogió una de las fotos que menos le gustaban a __________, de detrás de un helecho floreciente. Mae le había sacado la foto en el octavo mes de embarazo, por eso estaba escondida detrás de la planta.
—Estoy segura —contestó a su interlocutor—, nos ha confundido con otra empresa. —El caballero siguió insistiendo en que había sido Catering Heron el proveedor en la despedida de soltero de un amigo. Cuando entró en detalles, __________ se vio forzada a bajar la voz para decir—: Estoy absolutamente segura de que nunca hemos tenido camareras en topless. Y además no tengo ni idea de qué es una bootie girl. —Miró a Tom, pero su expresión impasible no indicaba si la había oído o no. Tenía los ojos bajos y fijos en la foto de cuando __________ estaba tan grande como una carpa de circo y llevaba un vestido premamá rosa con lunares blancos.
Cuando colgó el teléfono, se levantó y rodeó el escritorio.
—Es una foto horrible —dijo, parándose a su lado.
—Estabas enorme.
—Gracias —intentó coger la foto, pero él la puso fuera de su alcance.
—No quería decir gorda —le dijo, volviendo a mirar la foto—. Quería decir muy embarazada.
—Estaba «muy» embarazada. —Intentó cogerla otra vez, pero calculó mal—. Ahora dámela.
—¿Qué antojos tenías?
—¿De qué hablas?
—Se supone que las mujeres embarazadas tienen antojos de pepinillos y helado.
—Sushi.
Él hizo una mueca de asco y la miró con los ojos fuera de las órbitas.
—¿Te gusta el sushi?
—Ahora no. Comí tanto en el embarazo que apenas puedo aguantar el olor a pescado. Y besos. Tenía antojo de besos todas las noches a eso de las nueve y media.
La mirada de Tom bajó a la boca de __________.
—¿De quién?
Capítulo 31
Ella sintió un pequeño vuelco en el estómago. Era una sensación muy peligrosa.
—Besos de chocolate.
—Pescado crudo y chocolate, hum. —Él le clavó los ojos en la boca algunos segundos más, luego volvió a mirar la foto—. ¿Cuánto pesó Lexie al nacer?
—Casi cuatro kilos.
Agrandó los ojos de golpe por la sorpresa y sonrió como si estuviera muy orgulloso de sí mismo.
—¡Joder!
—Eso es lo que dijo Mae cuando pesaron a Lexie. —Ella intentó agarrar la foto otra vez y esta vez se la arrebató de la mano.
Él se giró hacia ella y tendió la mano.
—No he acabado de mirarla.
__________ se la escondió en la espalda.
—Sí, ya lo has hecho.
Él dejó caer la mano.
—Vas a conseguir que te cachee.
—No lo harías.
—Oh, claro que lo haría —le dijo bajando la voz con un tono sedoso—. Es parte de mi trabajo y yo soy todo un profesional.
Había pasado mucho tiempo desde que __________ había coqueteado y bromeado. Ahora ya no hacía ese tipo de cosas. Retrocedió unos pasos.
—No sé qué significa en hockey cachear. ¿Se refiere también a registrar de arriba a abajo?
—No. —Él ladeó la cabeza y la miró con los ojos entrecerrados—. Pero por ti, estaría dispuesto a cambiar las reglas.
El borde del escritorio detuvo a __________. La habitación le pareció de repente mucho más pequeña, y la mirada de sus ojos hizo revolotear su corazón como las pestañas falsas de una debutante.
—Vamos, dámela.
Antes de que ella supiese exactamente cómo, siete años de autosuperación volaron por la ventana. Abrió la boca y las palabras se derramaron como mantequilla caliente.
—No había oído nada tan dulce desde secundaria —dijo con aquel arrastrado acento sureño que poseía.
Tom sonrió ampliamente.
—¿Funcionó?
Ella sonrió y negó con la cabeza.
—¿Voy a tener que ponerme duro contigo?
—Eso tampoco dará resultado.
Su risa profunda y ronca inundó la oficina y le iluminó los ojos. El hombre que tenía delante era intrigante y carismático. Éste era el Tom que la había hechizado y logrado que se desnudara hacía siete años, y el mismo que después se había deshecho de ella como si fuera una sustancia tóxica.
—¿Los de GQ no te estarán esperando?
Sin apartar los ojos de ella, levantó el brazo y subiendo el puño de la camisa giró la muñeca para echarle un rápido vistazo al reloj de oro.
—¿Me estás echando?
—Claro.
Él bajó el puño de la camisa y cogió la chaqueta del esmoquin.
—Piensa en lo de Oregón.
—No necesito pensarlo. —No iba a ir. Y punto.
Justo en ese momento se abrió la puerta y entró Charles, poniendo fin a cualquier otro debate y trayendo consigo un cambio en el aire. Charles paseó la mirada de __________ a Tom y viceversa, y frunció el ceño.
—Hola —dijo.
__________ se enderezó.
—Pensaba que habíamos quedado a mediodía —colocó la foto en el escritorio.
—Acabé pronto y pensé venir antes para sorprenderte. —Miró a Tom y algo flotó entre los dos hombres. Algo primitivo, personal y masculino. Un idioma codificado sin palabras que ella no entendió. __________ rompió el silencio y presentó a los dos hombres.
—__________ me ha dicho que eres el padre de Lexie —dijo Charles tras varios instantes llenos de tensión.
—Así es. —Tom era diez años menor que Charles. Era alto y atlético. Un hombre guapo con un cuerpo impresionante. Y era tan retorcido como un tirabuzón. Charles que medía tan sólo unos centímetros más que __________ era delgado y musculoso. Tenía un aspecto más distinguido, como un senador o un congresista. Y era sensato.
—Lexie es una niña maravillosa.
—Sí. Lo es.

Charles deslizó el brazo alrededor de la cintura de __________ con posesividad y la acercó a su lado.
—__________ es una madre estupenda y una mujer increíble —dijo, dándole a ella un pequeño apretón—. Y además es una cocinera fantástica.
—Sí. Lo recuerdo.
Charles arqueó las cejas.
—No necesita nada.
—¿De quién? —preguntó Tom.
—De ti.

Tom pasó la mirada de Charles a __________. Una sonrisa pícara dejó al descubierto sus dientes absolutamente blancos.
—¿Todavía tienes antojo de besos por la noche, nena?
Ella tuvo deseos de pegarle. Trataba, a propósito, de picar a Charles. Y Charles... no sabía qué pensaba Charles.
—Ahora no —dijo.
—Tal vez no besas a la persona adecuada. —Él se encogió de hombros y tiró de los puños de la camisa.
—O tal vez ya estoy satisfecha.
Él le dirigió una mirada escéptica a Charles antes de volver a mirar a __________.
—Ya nos veremos más tarde —dijo, y acto seguido abandonó la habitación

Ella lo observó salir, luego se enfrentó a Charles.
—¿De qué iba todo eso? ¿Qué pasaba entre Ustedes dos?
Charles guardó silencio un momento, con el ceño todavía fruncido.
—Una cagada.

__________ nunca le había oído decir tacos antes. Estaba sorprendida y alarmada. No quería que Charles pensara que tenía que competir con Tom. Los dos hombres jugaban en ligas diferentes. Tom era rudo, lascivo y usaba los tacos como si fueran un segundo idioma. Charles era brillante y caballeroso. Tom era un tramposo que quería ganar por todos los medios. Charles no tenía ninguna posibilidad contra un hombre que utilizaba las dos manos en el urinario.
Charles negó con la cabeza.
—Lamento haber usado palabras de mal gusto.
—Está bien. Tom parece saber cómo sacar a la luz lo peor de las personas.
—¿Qué quería?
—Hablar de Lexie.
—¿Y qué más?
—Nada más.
—Entonces ¿por qué te preguntó sobre antojos de besos?
—Te estaba provocando. Algo que hace bastante bien. No dejes que te fastidie. —Ella le rodeó el cuello con los brazos para tranquilizarlo a él y a sí misma—. No quiero hablar de Tom. Quiero hablar de nosotros. Pensaba que tal vez este domingo podríamos coger a las chicas y pasar el día buscando ballenas cerca de las islas San Juan. Sé que es algo que hacen los turistas, pero nunca lo he hecho y siempre he querido hacerlo. ¿Qué te parece?
Él la besó en los labios y sonrió.
—Opino que eres preciosa y que haré lo que quieras.
—¿Cualquier cosa?
—Sí.
—Entonces llévame a comer. Me muero de hambre. —Agarró la mano de Charles y mientras salían se dio cuenta de que la foto en la que parecía una carpa del circo ya no estaba-




OMG!!! JAJAJAJA CREEN QUE SE PUSO CELOSO TOM?? YO NO SE :/ ... BUENO YA SABEN 3 O MAS Y AGREGO MAÑANA ... HASTA LUEGO :)))

6 comentarios:

  1. Jajaja yo creo que si un poquito , ayy!!me encantaa sube mañana please bye te me cuidas

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  2. Sigueeeeeeeee vikki te hable al WhatsApp y no te conectas, todo bien?

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  3. Toma se puso celoso ahaha
    Pero también Charles ahahah
    Sigue la pronto :)

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  4. Guaooo Tom se puso celoso :O jejeje eso si que no me lo esperaba virgi, me encantoooo espero los próximos caps!!!

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  5. U.u ya estan los comentarios y aun no subes :(( subeeeeeeeeeeeeeee el cap!!!!!!!!! BYE

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